Ricardo Martín Gallozo tenía 35 años cuando lo encontraron atado a una cama y asfixiado, allá por noviembre de 2018, en un pasillo de la llamada Villa Centeno. A más de dos años un hombre con el que solía mantener encuentros sexuales comenzó a ser juzgado como autor del crimen. Es un debate donde se plantean dos hipótesis sobre el homicida. La acusación, que solicitó prisión perpetua, señala que Eduardo Andrés Acosta mató a Martín con sangre fría con la intención de salir impune de la posterior sustracción de pertenencias. Para la defensora, en cambio, la muerte fue una consecuencia impensada durante un juego sexual que se fue de las manos.
Acosta y Martín se conocían hacía un año y tenían encuentros sexuales periódicamente. El 28 de noviembre de 2018 estuvieron juntos en la casa de Martín entre las 18 y la medianoche, reconstruyó la investigación.
Martín le había pedido al amigo con el que vivía que lo dejara solo para verse con Acosta. Cuando volvió, lo encontró atado a la cama, sin ropa y con la cara completamente encintada. Para la fiscalía y la querella, Acosta se aprovechó de la relación de confianza e intimidad que tenían para llevar a cabo su plan criminal: uso sábanas y cordones para atarlo a la cama de muñecas y tobillos y luego le encintó la cara hasta asfixiarlo. Al irse se llevó una mochila, una computadora, un celular y dinero en efectivo con el que la víctima pensaba comprar una nueva moto.
El fiscal Gastón Ávila calificó esta conducta de homicidio agravado por alevosía y criminis causa en concurso real con robo y pidió al tribunal que lo condene a prisión perpetua. Señaló que Acosta “maniató a la víctima de pies y manos con cordones y una sábana, luego utilizando una cinta adhesiva y una bolsa ocluyó las vías respiratorias ocasionando el fallecimiento por asfixia mecánica A posterior sustrajo del domicilio una notebook, un teléfono celular, billetera con documentación, dinero en efectivo y las llaves de la moto y casa de la víctima”.
Para la defensora María Celia Pasquali la acusación busca hacer pasar a Acosta como “un ser perverso y calculador, pero eso está absolutamente alejado de la realidad”. Contó que Acosta en aquel entonces tenía 26 años y se dedicaba al cuidado de adultos mayores, uno de los grupos más vulnerables de la sociedad. Al finalizar, consideró que Acosta y Martín “buscaban juntos el placer de un modo que puede ser considerado poco convencional pero no prohibido, un juego sexual consentido que tuvo consecuencias que al momento del goce no fueron advertidas” por Acosta, y que cuando se dio cuenta de lo sucedido el temor lo hizo irse, llevándose una mochila del lugar para guardar sus pertenencias.
Para Pasquali la fiscalía no podrá probar la intención homicida de Acosta, por lo que deberá ser absuelto. Acosta fue detenido tres meses después del crimen, el 7 de marzo de 2019 en Ituizangó al 4700 durante un allanamiento de la División Homicidios.
El tribunal integrado por los jueces María Trinidad Chiabrera, Facundo Becerra y Gonzalo López Quintana.
Foto: Juan José García