Rubén Lucio González de 57 años, fue condenado a perpetua por asesinar a su pareja el 28 de agosto de 2019 en barrio Toba. La investigación del femicidio develó detalles escalofriantes. El condenado mantenía a su mujer e hija encerradas y sometidas, al borde de la inanición; y llevaba a cabo violentos rituales con el pretexto de “sacarles el demonio”.
El fiscal de Homicidios Gastón Ávila le atribuyó haber privado de la libertad a su pareja e hija en el interior del domicilio de calle Pje. 1821 al 6200, en el barrio Toba, durante aproximadamente un mes.
Para ello utilizó amenazas de muerte y violencia física hacia su pareja Norma Ester Quiroga, de 53 años, provocándole múltiples lesiones. Además, la privó de asistencia médica y alimentos o medios para procurarlo.
Además se le atribuye a una fecha cercana al 28 de agosto de 2019 mediante violencia física y amenazas haber abusado sexualmente de Quiroga.
Por último a las 21 de ese día mediante golpes de puño y la compresión del cuello, le causó el fallecimiento a Quiroga por asfixia.
CALVARIO INTRAFAMILIAR Y FEMICIDIO EN BARRIO TOBA: COMENZÓ JUICIO
El tribunal pluripersonal integrado por los Jueces de Primera Instancia Rodolfo Zvala, Nicolás Vico Gimena e Ismael Manfrín resolvió este miércoles condenar a Rubén Lucio González a la pena de prisión perpetua por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida mediante amenazas y violencias y por resultar un grave daño a la salud de la ofendida, abandono de persona agravado por el vínculo; abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante agravado por resultar un grave daño a la salud de la víctima y homicidio calificado por el vínculo y dentro de un contexto de violencia de género, en concurso real –a excepción del abandono de persona agravado– que concurre idealmente con la privación de la libertad.
Contexto de violencia de género
Las evidencias de mayor peso en la causa son los desgarradores testimonios de Laura, la víctima-testigo, hija de González.
La joven contó que estaba en su casa con su mamá, porque ella estaba dolorida por golpes anteriores de su padre. Eran alrededor de las 20 del 28 de agosto de 2019. Su padre regresó de la iglesia y se puso a orar; les decía que tenían demonios. Le comenzó a pegar a su madre y Laura se asustó y salió corriendo a pedir ayuda a la vecina. Poco después, regresó y vio a su madre tirada en el piso, ya muerta. Su padre la quería revivir, pero ya no había caso. González la había apretado “orando”, Quiroga convulsionó y falleció. Cuando González se fue a orar a la otra habitación, Laura corrió a lo de su vecina a pedir ayuda.
González, contó Laura, las tenía amenazadas y por eso no lo denunciaban: vivían con miedo.
Siempre torturaba a Norma. Le pegaba en la planta de los pies y también la pisaba. A ella y a Laura les daba muy poco de comer: apenas un poco de pan y sopa lavada, se desprende del testimonio de Laura en Cámara Gesell.
Cuando llegaron los policías del Comando Radioeléctrico alrededor de las 21 de ese martes de agosto, Norma se encontraba muerta en su domicilio, con livideces generalizadas y palidez con hematoma nasal. Tenía moretones en la planta del pie, midriasis bilateral. Y Laura sufría cierto grado de desnutrición, acompañada de tos, piel seca y pelos quebradizos. Pesaba 37 kilos.
De las entrevistas realizadas por una trabajadora social se desprende que en 2005 Quiroga perdió un embarazo, pero González no le permitió recibir atención médica.
“Le pedía al demonio que se vaya de su cuerpo, le decía levantate que estás bien y le pasaba en el cuerpo un alcohol o aceite de esmeralda. Era un exorcismo, él la apretaba desde la cabeza a los pies, la empujaba de las axilas, le apretaba el cuello, la espalda, decía que era para sacarle el demonio. Ella le pedía agua y no le daba. Ella lloraba”, señala un testimonio.