“No estoy bien como yo quisiera pero tampoco estoy mal como otros quieren”, escribió Javier Miño el 5 de julio de 2020. Un día después fue asesinado de 23 balazos. Uno de los sospechosos de haber disparado se encamina a juicio. En una audiencia preliminar realizada este martes, el fiscal pidió prisión perpetua.
Invierno fatal. A las 20.20 del lunes 6 de julio de 2020, plena cuarentena por coronavirus, Javier Alejandro Miño de 21 años, charlaba con un vecino a metros de su casa. Estaban en bulevar Avellaneda al 6600, casi esquina Pasaje 2127, cuando el conductor de un Renault Sandero frenó en el medio de la calle y cerca de ellos. Del el vehículo bajaron dos personas que le dispararon 23 tiros. Miño se desplomó y falleció casi en el acto producto de múltiples heridas de arma de fuego a la altura del tórax.
La investigación del caso quedó a cargo del fiscal Patricio Saldutti, quien tras una serie de medidas identificó a dos jóvenes como quienes participaron en el crimen de Miño y en noviembre de 2020 solicitó un allanamiento para la distribuidora de bebidas de César “Manco” García, de Constitución y Lamadrid. Un local de barrio Plata que ha sido escenario de ataques y allanamientos en varias ocasiones.
Uno de los detenidos era el adolescente apodado Chulo, hijo del Manco, quien quedó a disposición del juzgado de menores, detenido en el Irar.
El otro es Miguel Ángel “Miguelito” Núñez de 21 años, que tras ser imputado como coautor de un homicidio calificado por ser planeado entre al menos dos personas, además de la portación ilegal de un arma de guerra, se encamina a juicio oral.
La pena solicitada en la audiencia preliminar es de prisión perpetua. Y el juez de primera instancia Facundo Becerra resolvió tener por ofrecidas las pruebas admitiendo la acusación presentada por la Fiscalía.
Origen de un conflicto
Cinco días antes de ser asesinado, a Miño lo habían perseguido a tiros desde un auto Peugeot de modelo viejo pero entonces logró esconderse en la casa de un vecino. El conflicto, según testimonios reunidos en la investigación, había comenzado en un baile en el que “se agarraron a piñas” y tras el cual Miño presentó una denuncia contra Miguelito: “Este pibe quedó preso y le dijo que se iba a vengar. Estuvo un par de días preso y después salió”. Esto ocurrió dos años antes del crimen, según publicó La Capital.