En julio del 2019, cuando Omar Perotti ganó las elecciones prometiendo la paz y el orden como lema principal, el gobernador Miguel Lifschitz me llamó junto al resto de los ministros y nos dio una instrucción precisa para la cual nos debíamos preparar por su importancia, ponernos a disposición del nuevo mandatario a fin de iniciar una transición ordenada.
Pasaron los meses, y en octubre del 2019, ante la falta de respuestas por parte del gobernador electo Omar Perotti y su equipo, alerté públicamente que si no se tomaban en serio la gestión de Seguridad, las cosas iban a empeorar. Teníamos en carpeta temas medulares vinculados a la acción preventiva, adquisición de equipamiento y servicio penitenciario, entre otros temas que resultaban sensibles.
Con mucho esfuerzo, habíamos logrado bajar los índices de inseguridad y violencia letal, y teníamos un plan en marcha que podía ser sostenido en algunos aspectos, y mejorado en otros. Nunca nos quisieron oír. Tres años después, lamentablemente las cosas están peor, y la tendencia indica que si no se actúa con decisión van a seguir empeorando, tal como vengo señalando y repitiendo.
Advertimos que tanto en la Nación como en la Provincia los problemas de la gente están en un segundo plano. Antes de la pandemia, durante la pandemia y después de la pandemia, las prioridades de Alberto Fernández y Omar Perotti son otras, uno impulsando reformas judiciales para lograr la impunidad de Cristina, y otro espiando ilegalmente a empresarios y opositores.
Mientras tanto, los niveles de pobreza suben con la misma rapidez que la inflación, los homicidios se acumulan en Rosario y en toda la provincia, los robos tienen a maltraer a miles de familias, alumnos sin clases, padres desesperados, incendios que destruyen el ecosistema y nos envenenan, recursos de la provincia que se van y no vuelven, transporte más caros, rutas destruidas y ausencia de planes en la principales áreas de gestión.
Yo sé que podemos estar mejor. Durante mi gestión al frente del Ministerio de Seguridad, con mucho trabajo y planificación, los niveles de inseguridad comenzaron a descender. No estábamos bien, pero sí mejor, en la dirección correcta, dándole batalla a la delincuencia, con acciones coordinadas, con un plan que hoy no existe. Lo mismo sucedía en educación, producción y salud.
Por eso insisto y le pido al gobernador que empiece a gobernar para los santafesinos, que ponga más esfuerzo en defender a los que trabajan y producen, en vez de buscar la impunidad de Cristina Fernández.
Defienda a la provincia, a sus industrias, emprendedores, comerciantes y trabajadores, y resuelva el conflicto docente. Exija a la Nación que no nos deje solos como nos dejaron todo este tiempo en temas fundamentales como seguridad, producción, obras estratégicas, transporte y medioambiente. Reclame lo nuestro ante un gobierno central que se lleva nuestros recursos para el conurbano bonaerense.
Reitero, estos tres años los dejaron pasar mientras criticaban al mejor gobierno que tuvo la provincia y del que tuve el honor de ser parte. Seguir perdiendo el tiempo impacta en la calidad de vida de los santafesinos. Las cosas ya están mal, y con la inacción y la desidia, sólo lograrán que estemos peor